Pátzcuaro emerge como un ícono imponente en el paisaje de Michoacán, un tesoro que guarda los vestigios de la ancestral civilización purépecha. En sus orillas, las majestuosas Yácatas de Tzintzuntzan y otros sitios arqueológicos como Ihuatzio, narran la historia de un pueblo que floreció en armonía con las aguas serenas del lago.

Las comunidades de pescadores y los cultivos que se aferran a las fértiles milpas, tanto en la ribera como en las islas, son guardianes vivos de las tradiciones y la identidad que han perdurado a lo largo de los siglos en este entorno único.

Es en esta tierra donde cobra vida la celebración de la Noche de Muertos, una festividad arraigada que ha sido honrada con el título de Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, tejiendo un vínculo eterno entre el presente y el pasado.

El encanto del Pueblo Mágico de Pátzcuaro, ideado por la visión de Don Vasco de Quiroga como un espacio de encuentro y convivencia, se revela en cada rincón, desde la imponente Catedral hasta el antiguo Colegio de San Nicolás, testigos mudos del legado histórico de la región.

Al sur de Pátzcuaro, se despliegan tesoros igualmente cautivadores. La visita a Tupátaro es imprescindible, donde el templo se erige como una obra maestra del arte sacro. El Lago de Zirahuén, enmarcado por una belleza natural sin igual, invita a la contemplación y la serenidad.

En el encantador Pueblo Mágico de Santa Clara del Cobre, la artesanía cobra vida en las hábiles manos de sus habitantes, cuyas obras gozan de reconocimiento internacional. Y más al sur, en la frontera con la Tierra Caliente, Tacámbaro cautiva con su carácter pintoresco y acogedor.

La cocina lacustre rinde homenaje al pescado en platos como el emblemático caldo michi, mientras que los uchepos, corundas y tamales de ceniza deleitan los paladares más exigentes.

La habilidad artesanal se manifiesta en el trabajo con fibras vegetales como el tule y la chuspata en Tócuaro, donde las máscaras utilizadas en celebraciones y danzas tradicionales cobran vida. Y, por supuesto, el inconfundible trabajo en cobre de Santa Clara, que brilla con el esplendor de la creatividad y el talento humano.

Esta región, hogar de municipios como Pátzcuaro, Erongarícuaro, Quiroga, Tzintzuntzan, Salvador Escalante, Huiramba y Madero, invita a los viajeros a sumergirse en un universo de historia, cultura y belleza natural que cautiva los sentidos y eleva el espíritu.